A lo largo de nuestra vida pasamos por muchas etapas alimentarias diferentes: nos influye la edad, nuestro entorno, los que no rodean e incluso las modas, pero quizá en nuestra adolescencia cuando más nos influye el uso que hagamos de la comida. De ello nos habla en su primer post una nueva colaboradora que unimos al Club de expertos Pequefarma, se llama Judit y es Diplomada en Nutrición y Dietética. Atentos a lo que nos cuenta:
La adolescencia es una etapa de la vida con unas connotaciones
fisiológicas muy importantes y con unos cambios en la maduración emocional y social tan importantes que casi
siempre la hacen “inolvidable”.
Spranger (1948) resume estos cambios como el descubrimiento del yo, formación
progresiva del yo, formación progresiva del “plan” para el día de mañana e incorporación a nuevas esferas de la
vida. El adolescente tiene que aceptar sus cambios morfológicos; tiene
que buscar un nuevo concepto de sí mismo
y desarrollar su autoafirmación por su necesidad de autonomía. Este periodo
supone, en definitiva, el paso de niño/a
a hombre/mujer, transformación que, a priori, es una de las más intensas de
la vida.
Todos estos cambios pueden influir favorable o
desfavorablemente en la conducta
alimentaria del adolescente. Es importante saber cómo afectan estos cambios
al comportamiento alimentario de los adolescentes, ya que es frecuente que en
esta etapa comiencen a presentarse desordenes alimenticios, unas veces imbuidos
por modas yAtentos corrientes sociales, otras por excesivas exigencias internas y
externas, y a menudo por una mezcla de ambas.
Durante la adolescencia, dado que la mayor
parte de los cambios que se producen son fisiológicos (maduración sexual, aumento
del peso, aumento de la talla, etc.), los requerimientos
nutricionales son muy elevados, por lo que es necesario un adecuado control
de la alimentación e imprescindible asegurar el aporte suficiente de
nutrientes, para no caer en déficit ni en carencias que puedan ser origen de
alteraciones y trastornos de la salud.
También debemos asegurarnos de que los adolescentes conozcan
cómo y por qué deben alimentarse bien y los riesgos que corren cuando
modifican, con criterio meramente personal, las pautas y hábitos alimentarios.
Probablemente
la adolescencia será la última
oportunidad de aplicar normas dietéticas y consejos de promoción de la salud
antes de la instauración de hábitos de la edad adulta, que (en muchos casos) ya
serán definitivos.
Judit Jareño Osa
Diplomada en Nutrición Humana y Dietética.
Nº de colegiado: CLM00049
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